Tengo que hacer una llave nueva de este maldito buzón—
pensaba mientras luchaba por hacer girar la cerradura—,
cuando al fin consigo que esa minúscula portezuela de cajetín caiga dejando su
cavidad al descubierto veo algo que me sorprende, inmediatamente lo saco de su
habitáculo, ¡Una carta por correo ordinario! La expresión de mi cara se
transforma en una enorme interrogación, transportándome al pasado.
No tiene remitente, solo destinatario, activo mis sentidos
presto especial atención al leer, María Sousa de Cedros, calle de las especies,
5 1º H,
Pues sí, parece que va dirigida a mí, doy vueltas al sobre,
me embarga una tremenda curiosidad a la par que me abraza la ansiedad, saco la
carta, es larga extensa, siento un escalofrió, está escrita a mano con tinta
roja, rojo pasión, rojo como la sangre roja, rojo como un corazón, algo me
sacude como una premonición que me hace sentir feliz asustada e intrigada.
Doblo la carta y la introduzco de nuevo en el sobre, cierro
no sin dificultades ese maldito cajetín recoge noticias. Sin pausa, pero sin prisa
me dirijo al ascensor, de forma mecánica pulso el botón de llamada, tarda en
bajar o a mí se me hace eterno, decido abordar la escalera, subo pausadamente
intentando saber lo que iba averiguar en breve, ese ejercicio absurdo de dar
vueltas a algo que tienes en tu mano y es cuestión de minutos.
Por fin entro en casa, decido ponerme cómoda y acatar esa
empresa con calma, realmente no sabía que contenían ni de quien procedían esas letras
que incomprensiblemente aun sin leerlas conseguían acelerar mi pulso. Así
temblando comienzo a deslizar las niñas de mis ojos sobre esas letras.
Por una vez, quizá quería contarte.
El insomnio que me abraza, nebulosa de recuerdos, tu
alegría, tú cuerpo, tu piel tú tacto tu sonrisa, tus ojos vivos, tu mirada, tu
boca, tu voz, tus palabras. tus quejas tu pesadez pidiendo explicaciones, que
jamás te otorgué.
Tus silencios, tu forma de hablar, tu no callar, tus
preguntas, tu interrogatorio, tu insistencia justificada que tanto y tanto me
alejó de ti, no reconozco ni reconoceré esos secretos que en secreto tú
conoces, esos que jamás contarás, porque jamás aceptaré como míos, preferí
perder a reconocer, y aquí estoy.
Tal día como hoy, de hace tanto y realmente tan nada,
comenzaba una historia, una historia sin historia, una historia sin nada,
vacía, vacía por voluntad, vacía por no cuidad, regar, abonar, vacía por
estupidez, la estupidez del que no valora, la estupidez del silencio,
Cultivé y aboné un peligroso juego de promesas, de hasta
siempre, de nunca jamás incumplidas, victorias perdidas, palabras calladas,
sentimientos reprimidos, Medias verdades y quizá quién sabe . mentiras sostenidas.
Demostraba mi amor tácitamente, un te necesito a mi lado
nunca manifestado, una negación de sentimientos.
Alimentando engordando tus dudas, haciendo crecer en ti la
inseguridad, te hice sentir utilizada, si, jugué, jugué con tus sentimientos
jugué con tu estabilidad emocional, lo hice por mí solo por mí no quería
perderte o quizá me daba un poco igual.
Así, genere en tí:
Un sentimiento de odio que encierra un te amo, una espera
infructuosa
Una historia inacabada que nunca tuvo principio
Mil despedidas inconclusas que no buscan un adiós.
Por todo,
Por esas mil despedidas, esas que no buscan un adiós te
mando estas letras. quizá dolorosas para ti, en tinta roja, color de la sangre
como las lágrimas que quizá estén brotando de tus ojos, por todo, por eso, por
las mil despedidas inconclusas que no buscan un adiós.
Porque lo creas o no, ando buscando una luz en mi oscuridad,
Por favor
Recuérdame
Solo, lloré, lloré, lloré y lloré.
Solo metí la carta en el sobre y bajé de nuevo al portal,
introduciéndola por la ranura del cajetín del buzón.
Solo decidí dejarla ahí para el resto de lo que tenga que
ser.
Por eso.
POR LAS MIL DESPEDIDAS INCONCLUSAS
No hay comentarios:
Publicar un comentario