Paseaba,
en soledad, las calles, estaban desiertas, ni un alma, ni una voz, ni una
palabra a mí alrededor, solo yo, pero no, de pronto me percato, pero, ¿Qué es
ese sonido? Se me antoja acompasado, rítmico, prestó atención,
¡El resonar de mis pasos!, no estoy
tan solo algo, que no alguien más me acompaña la negrura, la doble negrura, de
la noche y de mi soledad.
Presto
atención, en la oscuridad de la heladora noche, aprecio luces dentro de la
lobreguez de la oscuridad, luces que dibujan sombras, entonces, miro adelante,
atrás a los lados-
-¿Y
mi sombra?, me pregunto, también es mía, igual que mis pasos
¿Porque
no me acompaña?
Se
auto invita la reflexión, mi cerebro la acoge, yo mismo, la permito
instaurarse, ahora somos cuatro, un grupo, cada uno con una misión.
Mi
ente, y mi soledad, que la negrura de la noche entre sus luces y sombras me
invita a reflexionar, acompasando esa, mi reflexión, con el retumbar de mis
pasos, que para eso míos son.
Ahí empieza mi autorreflexión, a la
que al final no sé si encontraré solución.
El hombre inventa, inventa e inventa,
Algunos términos acuña, y así lo definió,
Ágape,-
Como incondicional, pero digo yo, ¿es que hay que atribuirle condición?
Philia.
- Como fraternal, quizá este sí, no tenga condición.
Storge.-
Como el compromiso, ¿Condición, y compromiso? ¿Tanto necesitamos asegurar?
Eros
- el griego, Sexual, quizá sea por este por el que se necesita justificar.
No
entiendo, inventa, y patenta un
término, lo convierte en necesidad
-
sin libro de instrucciones,
-
Misterioso y complicado,
-
que da vida, sí, pero también mata
-
que nos da sufrimiento, llanto decepción nos rompe, y esto, no es un
invento.
Al final no llego a ninguna conclusión,
¿Que invento sofisticado es ese?
Si, ESE DEL AMOR.
