NO SOY DE ESTE MUNDO

Y más de lo mismo, zurra que zurra, dale que dale, tan repetitivo tan cruel, desolador tedioso.

          Se la antojaba odiosa esa manera de comportarse, sabía que había otras fórmulas, se tomaban por vía oral.

           ̶ no estoy dispuesta ̶ pensaba ̶ de algo tiene que servir este coeficiente intelectual.

          Su fuerza residía en su mente en su interior, estaba convencida, la única forma de recuperar cordura era volverse loca.

          

          Se metía en la caja abierta por arriba, cerraba la puerta acristalada colgaba la alcachofa, abría el agua, lo regulaba muy caliente, casi hirviendo, situándose debajo del chorro apoyaba las manos sobre la pared, y comenzaba a llorar casi en silencio.

         Cuando la temperatura comenzaba a causar dolor el llanto se transformaba en desgarrador lamento, lloraba tan sentido que el agua al desaparecer por el sumidero tornaba roja, impregnando incluso el habitáculo de ese olor metálico, olor a metafórica sangre de sufrimiento, dolor, incomprensión.

       Mecánicamente el transparente liquido iba haciendo mella en su cuerpo desnudo, la piel se tornaba bermellón intenso pareciera fueran a reventar los poros dejando brotar la linfa a su antojo.

          Gritaba tanto que hacía temblar la caja de cristal que cerraba el plato de ducha, articulaba incomprensibles palabras que su mente enajenada derivaban a sus cuerdas vocales que solo emitían sonidos guturales.

          ̶  NO SOY DE ESTE MUNDO.

  

          Repetía como el estribillo de cualquier triste canción, esperando nada, jamás esperaba nada.

           ̶ NO SOY DE ESTE MUNDO ̶

          ̶ No pido nada ̶ se decía ̶ poca cosa ̶ 

 .

         Apoyaba la cabeza entre el hueco que dejaban sus manos sobre el frontal de esa caja acristalada abrazando el dolor al permitir que la quemazón del agua alcanzara el punto fuerte en su nuca deslizándose sobre su espalda.

        Tras unos segundos de silencio recapacitaba, paralizando sus convulsiones cejaba en llanto y gritos, abría con rabia el agua helada y una vez entumecida por el dolor del frio cerraba las llaves, suspiraba hondo una, dos, tres, veces, abría sosegadamente la mampara de la ducha tomaba su toalla, envolviendo su cuerpo dolorido, se miraba al espejo y esbozaba una gran sonrisa, diciendo.

        La locura me brindo cordura, ̶ aun así, insisto ̶ NO SOY DE ESTE MUNDO ̶, afirmación que me hace discernir: ¿La locura me brindo cordura, o la cordura me instauro locura?

           Inesperadamente le asalta una reflexión;

         No soy yo, es la crueldad la injusticia la sinrazón la insolidaridad y la falta de humildad, la ausencia de fundamento para convivir llamado TOLERANCIA  La necesidad de poderosas armas, esa llamada AMOR.

         Decididamente    NO QUIERO SER     por eso recobrada mi cordura después de mi locura me atrevo afirmar:

NO SOY DE ESTE MUNDO.

ME NIEGO.