LA PERDIDA

LA PERDIDA.


Tomó su libro se preparó un café y se acomodo.

Era imposible, el tic tac del Carrillón se le antojaba. insoportable sus campanadas retumbaban en su cabeza marcando una tras otra el paso de las horas.

Quería aparentar tranquilidad la dio de cenar y la metió en la cama.


 lo esperaba, aún así se sobresaltó, cuando, avanzada la madrugada timbra el teléfono con su característico sonido, se abalanzó sobre él con la voz rota, - ¿dígame? -

Levantó a Marta la vistió la preparo, no soltó una lágrima, cogió el bolso llamó a un taxi y le indico el destino.

 Marta notaba la tensión solo tenía 5 años pero callaba.

Cuando llegaron se dirigieron hacia la sala fría, sacaron el cajón y descubrieron su rostro,- sí, es mi marido -.

Madre e hija se fundieron en un abrazo.

Compartiendo por primera vez el dolor que quedaba tantos momentos de recordar.