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Video de Presentacion

https://youtu.be/tXSBrbiS9yg

viernes, 29 de junio de 2018

ME CONFIESO INOCENTE.






Texto con el que participo en el primer numero de la Revista Literaria IBÍDEM,   Podemos disfrutar de todos y cada uno de los textos entrando en el link de la revista.
                                                  
                                                       http://revistaliterariaibidem.godaddysites.com/no- 1





                                                                      
                                                                               Revista literaria Ibídem

                                                     Me confieso inocente
                                                            Carmen Martínez Villarreal



            Era culto, ostentaba un cargo influyente en una buena empresa, reconocido y considerado en su trabajo, gozaba de buena presencia y don de gentes poseía una seducción y un sexto sentido que enarbolaba la comunicación con los demás, su magnetismo hacía sentir cómodo y confiado, era querido y respetado.

            Tenía una familia unida, se querían eran felices, disfrutaba con sus hijos, les gustaba salir al campo, hacer viajes, los sábados dejaban a los niños con los padres de Alicia y el matrimonio disfrutaba esa noche para ellos. ‹‹Noche de adultos› se arreglaban y salían a vivir, ‹‹como ellos decían›› reservaban mesa, gustaban de buenos restaurantes buenos ambientes, les gustaba alternar con amigos, tenían un amplio círculo social.

            Los domingos, comían con los abuelos recogían a los niños, volvían a casa y preparaban todo para comenzar la semana. Aquel domingo había una feria, los niños querían ir, tanto Andrés como Alicia se negaron, había que preparar la semana, organizar el lunes, pero los niños insistieron.


            Llevaba más de un año cumpliendo condena, sufría continuos ataques de ansiedad, diarrea crónica y un corazón en vías de extenuación, su salud psíquica no presentaba mejor pronóstico, no quería medicarse, veía otros presos con esos mismos problemas, el día transcurría en una especie de letargo, su cabeza ya gozaba de bastantes lagunas, no necesitaba más ayuda.

            Era un preso ejemplar, nunca se metía en líos. Sus cualidades se habían visto mermadas, su carisma, lo había abandonado, se limitaba a atender su destino en la biblioteca, hacer deporte y vagar por el patio cabizbajo vacío de pensamientos de sentimientos, vacío de recuerdos, insensible, sin miedo ni rencor, no hablaba absolutamente con nadie, solo le mantenía vivo la esperanza de noticias, se conformaba con uno de esos sobres que contienen un papel con letras, y que esas letras le dieran la posibilidad de saber de los suyos, de su familia, de su hijita.

            El funcionario repitió el nombre tres veces, era tal su desidia, y decepción semana tras semana que realmente se encontraba en aquella sala como robotizado. Otro preso le toca el brazo, el funcionario repite el nombre, Andrés aturdido levanta la mano y se acerca a por él sobre, cabizbajo, con curiosidad, y una mezcla de alegría y temor. Como un niño con un juguete nuevo avanza acelerado hacia su celda, se acomoda, respira hondo no una sino varias veces, abre la carta, despacio, por miedo a que se esfume y la lee con ansia, entonces, un inmenso dolor se apodera de su alma, de todo su ser, rompe a llorar entra en un estado de locura.

            Los funcionarios acuden en su ayuda, le sujetan para evitar que se autolesione, llevan Andrés a la enfermería, allí pasa tres noches sedado, cuando vuelve a la celda relee la carta, entonces toma una decisión, él también va a escribir una carta:

                                               ME CONFIESO INOCENTE:

            Cuando llegué a este recinto amurallado, no era consciente de mi situación, mi cabeza no alcanzaba a entender, tampoco se planteaba entender absolutamente nada, simplemente estaba allí, confundido, mirando que tampoco observando, dejándome hacer, en un talante sumiso, asumiendo y acatando toda orden y mandato sin pararme a pensar ni reflexionar. Ahora recapacito analizando recordando aquellos momentos, es más de lo mismo, inentendible. Me da en pensar, que mi mente quedó vacía, hueca, sin sentido ni sentimiento y al igual que mi alma y mi corazón, se me antoja muerta.

            De pronto mis labios esbozaron una sonrisa irónica, me entregan — ¿un kit?— como un kit de… ¿supervivencia? ‹‹seguía ironizando›› El paquete contenía sábanas, mantas, artículos de higiene personal, cubiertos de plástico, y una tarjeta, que me sería de gran utilidad en el economato.

            Mi primer contacto en el módulo de ingreso me produjo un desasosiego brutal, me visitaron los servicios médicos efectuando un reconocimiento, posteriormente me atendió una trabajadora social, una mujer agradable, me hizo experimentar un sentimiento de alivio brutal, parecía indulgente por mi situación, la de mi familia, a pesar de hacerme sentir de aquella manera, de golpe, como quien entra en shock algo estalla en mi mente, el ambiente se me antojaba deprimente, aquella mujer conseguía que volviera a la realidad provocando en mí una tremenda ansiedad, una impotencia incontrolable, un torrente de emociones, desasosiego, tristeza e ignorancia.

            Durante la entrevista, pienso en mis hijos, mi esposa, tres criaturas y una situación catastrófica, provocada por un hecho, una acción asquerosa, intolerable, me daba asco.

            Un ser degenerado, y su incalificable aberración da lugar a estas consecuencias, la consecuencia de desamparo y soledad, la consecuencia de no poder estar donde debo, por esto, por privación de mi libertad. ¿Privación? ¿Por qué?, ‹‹me pregunto›› ¿es justo? entonces me doy cuenta estoy encerrado.

                                                           ENCERRADO.

            No me arrepiento, quizá hay otras muchas maneras de hacerlo, quizá no se debe actuar así, quizá si no es tu hija, pero es Marta, mi Marta, sí, ahora caigo en la cuenta, se porque estoy aquí encerrado ahora sé porque mi familia está sola, desamparada, ahora tengo claro porque no me visitan, recuerdo la feria, recuerdo los hechos y tengo claro que lo volvería hacer.

            No era capaz de digerirlo, me encontraba preso entre aquellas paredes, no era de justicia, mi mente totalmente desorientada y confundida, mi desorden mental es latente.

            Por primera vez en más de año y medio encerrado en este penal recibo una carta de lo que ese desgraciado arruinó, mi familia, y sus letras me cuentan que mi niña, mi Marta ha fallecido en el hospital donde semejante aberración la llevo. Hoy 29 de febrero, dejo estas letras, sobre la cama de mi celda.

                                               ME CONFIESO INOCENTE

            Decido por fin volver a ver a mi niña, que seguro será en el cielo, donde la justicia divina, quizá, si entenderá el acto de mi venganza.
                                                                                                                      Andrés

1 comentario:

  1. rafa de juan mier: Genial Carmen , lo que leo me Encanta a por ello.
    P.D. Socia un alegròn y un pedazo de Abrazo
    carmen Martinez: Socio Amigo Gracias siempre estás
    Liada buscando alguna Editorial que apueste por mi muaks

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