LA SOLEDAD
Esa maldita
carencia
ese no tener a nadie que te oiga, que te mire,
y, aún no entendiendo o comprendiendo lo que le manifiestas,
tenga
la suficiente bondad de escucharte,
de hacer que si, que te entiende
que
tienes razón.
cuando es lo que necesitas.
sabiendo que aunque la razón no este
de tu lado,
no tiene mayor transcendencia ni consecuencia
si te la da, te escucha, te mira.
Lo sabe, lo hace,
porque te
quiere,
porque no merece la pena hacerte sentir
el dolor que produciría
ese
mismo dolor,
cuando al final,
el resultado
va a ser el mismo.
Esa maldita carencia
que era incapaz de abordar con la misma valentía
que
La caracterizo asumiéndola en su día
voluntariamente.
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